El zinc es un mineral extraordinariamente versátil, es decir que tiene múltiples funciones, y que forma parte de más 100 enzimas relacionados con el crecimiento, la actividad de la vitamina A, o la síntesis de enzimas pancreáticas. La mayor proporción, un 60% de todo el zinc existente en el organismo, se encuentra en los músculos. Además tiene función antioxidante muy importante.
El zinc es fundamental para que el sistema inmune se desarrolle y funcione adecuadamente y para que el crecimiento y desarrollo de los niños sea el correcto. Es esencial para mantener el sentido del gusto y, por tanto, el apetito, para facilitar la cicatrización de las heridas y para el normal desarrollo del feto en las mujeres embarazadas, entre otras importantes funciones.
También tiene mucha importancia para la piel, las uñas y el cabello, ya que una gran parte del zinc que hay en nuestro organismo se encuentra en la piel y colabora a que tanto la piel como las uñas y el cabello se encuentran en perfecto estado.
El déficit de zinc hace que la piel cicatrice bien, y que el pelo y las uñas no crezcan de forma adecuada.
En ocasiones se utiliza en las pomadas de los bebés por su capacidad de colaborar en la cicatrización de la piel.
El zinc se encuentra formando parte de gran número de alimentos, fundamentalmente está asociado con proteínas. Las carnes, los pescados, la leche y las leguminosas son algunas de las mejores fuentes de zinc. Otro alimento especialmente rico en zinc son las ostras.
En los últimos años se ha comprobado que en España el consumo de zinc a través de los alimentos ha descendido y la dieta es más pobre en zinc que en años anteriores. Con nuestra dieta cubrimos escasamente el 85% del zinc que necesitamos.
En la dieta, este mineral lo tomamos principalmente por estar contenido en los cereales (36%), en las carnes (27%), en los lácteos (14%), en las verduras (6.6%) y en las leguminosas (4.2%).
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